Artesanos del Sombrero Pintao: guardianes de una tradición

Más que artesanos, quienes confeccionan el sombrero pintao, son guardianes de una tradición que contagia no sólo a Panamá sino al mundo entero, con la alegría y el orgullo de portar esta pieza.

La costumbre de fabricar y usar el sombrero pintao se ha transmitido de generación en generación. Las técnicas de tejido y pintado se enseñan dentro de las familias y comunidades, manteniendo viva esta tradición cultural. Cada sombrero puede llevar el sello personal del artesano o de quien lo encomienda, acción mutua que lo convierte en una obra de arte única y en una pieza importante del patrimonio cultural panameño.

Para lograr que la tradición perdure, los artesanos del pueblo de La Pintada en Coclé, se han unido en una asociación que les permite darse apoyo y promoción entre sí. Parte de este grupo, lo conforman Arquímedes Rodríguez, Delia Rodríguez y Graciela Sánchez, del Mercado de las Artesanías de La Pintada. Todos han heredado la virtud y el conocimiento de saber entretejer con sus manos, una de las piezas más emblemáticas del atuendo panameño.

Los tres artesanos confiesan que aprendieron el arte de la confección del sombrero pintao a través de sus padres y abuelos, los mismos que, a su vez, aprendieron de sus generaciones pasadas. “En cada sombrero, no solo están mis manos, sino también las de mi madre, las de mis abuelos, las de todo el pueblo de La Pintada”, confiesa Arquímedes Rodríguez, un talento experimentado en la elaboración de esta pieza tan emblemática.

El sombrero pintao es mucho más que un simple accesorio: es un símbolo de la rica herencia cultural de Panamá y un testimonio del arte y la dedicación de quienes lo confeccionan. “Ver a un visitante de nuestro pueblo llevarse un sombrero pintao, portarlo a la medida y notar lo satisfecho que está al vestirlo, nos llena de orgullo y satisfacción”, narra la artesana Graciela Sánchez.

Los artesanos de nuestro sombrero pintao son familias que han traducido la búsqueda de un sustento en arte y tradición. Son personas amantes de su panameñidad y que entre sus dedos yace su valor más grande: el legado generacional, no solo de un pueblo, sino de todo un país.

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