
La conquista española trajo a América nuevas técnicas de elaboración de artesanías para los indígenas locales. No obstante, fue la mezcla entre ambas culturas la que dio como resultado los sombreros autóctonos de Panamá que conocemos hoy en día, incluyendo nuestro sombrero pintao.
Nuestros grupos originarios han sido por siglos expertos en el uso de los recursos naturales para sus creaciones. Además, su inspiración yace en observar la fauna y flora que los rodea, buscando replicar así esos diseños en su arte. Por supuesto que las largas faenas bajo el sol del campo, hizo que fuera una necesidad confeccionar una pieza que los protegiera de las inclemencias del clima de Panamá.
Tres sombreros provienen específicamente de las manos de los pueblos guna, ngäbe y buglé: el durbun, utilizado en ceremonias guna; el musinga, elaborado por los buglés; y el söbro, visto en ceremonias ngäbes. Estas tres culturas han utilizado por generaciones fibras vegetales como la bellota (cogollo), el junco, la chonta, la cañita y el musinga.
El sombrero pintao, al igual que los sombreros mencionados anteriormente, se confecciona a mano, utilizando productos de la naturaleza, pero con técnicas de tejido más complejas. Es por ello que el sombrero pintao va intrínsecamente relacionado con nuestra historia como país: un mestizaje rico, de origen indígena e influenciado por la cultura española.